SONRÍE O MUERE




Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo


por David Picó el enero 11, 2012


Un libro de Barbara Ehrenreich

(Título original: Smile or Die)

El “pensamiento positivo” es una idea que dice que si procuras tener siempre en la cabeza pensamientos “positivos” entonces atraerás cosas buenas hacia ti. A esto le llaman la “ley de la atracción”, y en los últimos años la han vuelto a popularizar, en diferentes formas, libros como El Secreto o ¿Quién se ha llevado mi queso?, grandes éxitos de ventas en todo el mundo.

Según esta supuesta “ley”, por ejemplo, si estoy enfermo pero evito tener pensamientos “negativos”, como podría ser preocuparme por mi pronóstico, o sentimientos “negativos”, como el miedo, el enfado o la tristeza, entonces mi enfermedad remitirá. Según esta supuesta ley, si pierdo un trabajo no debo enfadarme, ni entristecerme, ni quejarme de mi situación, sino considerar que mi despido es una “oportunidad” y abrir los brazos con una sonrisa a la espera de un trabajo mejor, que llegará “atraído” por mis pensamientos positivos.

El libro Sonríe o muere de Barbara Ehrenreich (editado en 2011 por la editorial Turner) es un interesante ensayo que desmonta toda la ideología “positiva” montada sobre la ley de la atracción en sus múltiples formas. Aunque se centra en la cultura norteamericana y la situación social y económica actual, hay mucho de lo que se dice que es perfectamente aplicable al contexto europeo, tan influido como está por lo norteamericano.

El libro hace una fundamentada exploración histórica de estas ideas y de cómo se enraizan en el puritanismo americano, una forma de entender la religión extremadamente represora en la que las personas tenían que controlar sus pensamientos y emociones para huir de todo pecado, y así evitar el infierno. De ahí derivó a partir del siglo XIX una pseudo-religión en la que las personas tenían también que controlar sus pensamientos y emociones, pero esta vez para huir de todo pensamiento negativo, y así conseguir llegar al Cielo en vida, un cielo donde todos los deseos (en particular, los deseos materiales) se hacen realidad.

La autora empieza el ensayo explorando un ámbito doloroso de implantación del pensamiento positivo, el de la enfermedad. Ella misma ha pasado por un cáncer de mama y cuenta en primera persona su experiencia y cómo le llegaban continuos mensajes sobre la necesidad de mantener un espíritu “positivo”. Esto, que podría parecer algo inocuo, incluso sano, deja de serlo cuando comprobamos hasta que punto es una huida de la realidad y, peor aún, toda la culpa que puede llegar a generar. ¿Qué pasa si hago todo lo posible por apartar de mí los pensamientos negativos respecto a mi enfermedad y aún así mi salud no mejora? ¿Qué estoy haciendo mal? Si no consigo controlar mis pensamientos negativos, ¿merezco por tanto la enfermedad que tengo? ¿Es por mi culpa, por no ser suficientemente positivo? La autora, que además es doctora en Biología, revisa resultados científicos para encontrar que no está demostrado que los pensamientos positivos mejoren el pronóstico de una enfermedad como el cáncer. Pueden quizá mejorar la calidad de vida, pero no se ha visto que la alarguen o la acorten.

Otro terreno que explora el libro es el del llamado coaching motivacional, un terreno en el que han proliferado asesores de todo tipo, especialmente en el ámbito empresarial. El pensamiento positivo en este contexto lleva a las personas a pensar que pueden “triunfar” si se esfuerzan lo suficiente y reprimen su mal humor y su negatividad. ¿Cuáles pueden ser pensamientos negativos a evitar? Por ejemplo, que tienes una situación injusta en el trabajo, que tu despido es improcedente, que tu sociedad no te proporciona medios de subsistencia adecuados. No es casualidad, según la autora, que el gran negocio del coaching motivacional se diera en los años 90 en EEUU, en la época de los grandes recortes de plantilla en las grandes empresas, despidos masivos y recortes en salarios. Las mismas empresas que despedían a gente contrataba a asesores motivacionales para convencer a los trabajadores parados o en peligro de despido de que “un despido es una oportunidad”.

La psicología positiva fue un intento de justificación científica de la importancia de mantener pensamientos positivos y rechazar los negativos. Es una linea de investigación que intentó, y sigue intentando, demostrar cuáles son las fuentes de la felicidad. La autora de este libro denuncia sin embargo varias perversiones que se han producido en este tipo de estudios. Por un lado, los resultados científicos no demuestran que el pensamiento positivo dé felicidad, sino incluso a veces al revés. A veces, pensar “positivamente” equivale a no querer ver la realidad de las cosas, que no siempre es positiva. La huida de la realidad puede poner en problemas mayores a las personas (por ejemplo, endeudándose más allá de sus posibilidades en la confianza “positiva” en que “todo irá bien”). Sin embargo, a pesar de que los estudios no avalan el pensamiento positivo como fuente de mayor salud o mayor riqueza, muchos psicólogos han dado una imagen de que esto era así por la sencilla razón de que proporciona mejores titulares para la prensa.

Quizá los capítulos más impactantes del libro son los últimos, en los que Ehrenreich reflexiona sobre el impacto que ha tenido el pensamiento positivo en la crisis económica actual. Según explica, y documenta, los dirigentes de las empresas norteamericanas (y cabe pensar que también de las europeas), llevados por una borrachera de ganancias y de salarios gigantescos, y con una ideología de pensamiento positivo que rozaba con la invulnerabilidad, llevaron a cabo en los primeros años del siglo XXI una política de inversiones de riesgo en las que no se tomó ninguna medida de precaución. ¡La prudencia estaba considerada un pensamiento negativo! Una persona prudente se consideraba “miedosa” y “racionalizadora”, alguien que no se dejaba llevar por su instinto. Así pasó con las famosas hipotecas basura: las entidades hipotecadoras animaban a los consumidores a endeudarse sin límite, convencidos todos como estaban de que esa abundancia enloquecida nunca tendría fin, que el universo proporcionaría infinito crédito.

Y aunque este libro es norteamericano, en España, hoy por hoy, no nos hace falta pensar mucho para encontrar ejemplos clamorosos de esta misma desmesura, en el despilfarro, en la falta de precaución y de visión a largo plazo, en las fantasías ilusorias de ser invulnerables, de que vivíamos en el mejor de los mundos posibles. Las señales que gritaban que todo eso era una barbaridad fueron ignoradas: eran de aguafiestas y agoreros. A la vista están los resultados.