MADUREZ



  Y, de repente, te das cuenta de que has madurado, lo suficiente para hacerte plenamente responsable de tu vida y saber que el sentido que le des solo depende de cómo te sientas, que la vida solo tiene un sentido: vivir, y de ahí vas tú haciendo y deshaciendo. De repente, te das cuenta de que  solo te afecta lo que piensen de tí quienes realmente te aprecian y/o quienes amas, aún sabiendo que no eres inmune y que circunstancialmente puedes sentirte dañada por otras personas, mas no hasta el extremo de que suponga un drama o una inmensa alegría. Sientes que tienes más necesidad de dar que de recibir; que te apena más no tener a quién dar que las ofensas y desengaños. Ves que lo más sano, en realidad, es relacionarte con los demás, (hablando en genérico), esperando sacarles algún "provecho" o que te suban el "ego", (dejándote ayudar, aprendiendo de ellos cosas útiles, enseñándoles...), antes que esperar afectos o que te reafirmen en tus razonamientos, (tienen derecho a tener los suyos propios). Ya no te parece que esos objetivos sean despreciables o fríos, más bien generosos y llenos de amor, propio y ajeno, puesto que no somos dioses para esperar amor y comprensión de todo el mundo.

Comprendes que el amor y el cariño no son para siempre, que es algo que hay que cuidar a diario, y eso te hace sentir poderosa, no desgraciada; el amor ya no depende del destino, tú decides previamente quién será dign@ de ese honor. Priorizas la paz interior a factores como el prestigio o la posición. Las bravadas, sentimentalismos excesivos, cuestiones de honor, charlatanería sobre uno mismo... te resultan infantiles, y hasta irrisorios; pero no por eso necesitas despreciar y te ríes para tus adentros. 

Eres madura cuando te preocupa lo que realmente importa: la salud, lo afectos básicos de familiares y amigos íntimos, las grandes pérdidas, la estabilidad económica... circunstancias que sabes que no dependen enteramente de ti sino del factor suerte; por eso las temes y priorizas. Entiendes que solo eres una persona y que las personas no siempre pueden con todo porque no existen los dioses; que detrás de cada persona que llega lejos hay un niño asustado y detrás de cada persona que parece no tener nada puede haber una fortaleza. No crees en buenos ni en malos, y sabes que te puedes equivocar o acertar; y que lo preocupante es pensar que no va a ser así. 

Valoras más tu tiempo libre que tu trabajo, ya que es un tiempo enteramente tuyo, donde realmente puedes disfrutar de tu vida y tu libertad. Disfrutas más de una buena conversación, película o paseo matutino que de fardar de tu coche; te apasionan las personas que son capaces de enseñarte cosas positivas, que te transmiten buenas vibraciones o paz más que aquellas que son el alma de la fiesta. No te tomas a pecho tus ideales, te parecen cuentos y sueños bonitos, necesarios para dulcificar la realidad. La verdad deja de ser categórica, es cambiante, y requiere de la imaginación y la fantasía para poder ser más real. Descubres que la grandeza del ser humano está en su capacidad de aceptar sus derrotas y volverse a levantar, no en seguir férreamente sus principios si están equivocados. El deporte es bienestar, no solo sacrificio; el baile una forma de relacionarnos y abrazarnos, no solo de ligar...

Y eres consciente de su parte negativa: la vida ya no estará llena de juegos artificiales, habrá menos mágica; ¡pero tú serás la magia! Has pasado de ser espectador a mago. De esperar la magia en la astucia del otro a constatar que, la auténtica magia, es la capacidad de creer en ella: amando la vida tal cual es, llena de luces y sombras, de aciertos y engaños; que siempre te sorprenderán... Si TÚ, así lo deseas 😉.