"EL PEQUEÑO SALVAJE"; FRANÇOIS TRUFFAUT (7,5)



  "El pequeño salvaje" me ha paracido una película que, más allá del tema: la reinserción de un niño salvaje, se centra en la comunicación (e incomunicación) humana como temática global.
Desde el primer momento el doctor se empeña en "domesticar" a la criatura salvaje através de las costumbres tradicionales y la lengua común, como único medio para integrarle en la sociedad. Pero, a medida que avanza la película, nos damos cuenta de que, a pesar de que el niño no habla, su relación con el maestro y la ama de llaves se va intensificando; hasta un punto en que la empatía se adueña por completo de la comunicación, siendo su mejor vía la acción. Dándonos a entender con ello que, para que haya una interacción y comunicación verdaderas, tiene que existir una mútua reciprocidad; y que la comunicación del hombre es un hecho natural que existe por encima del lenguaje articulado; siendo éste un importante medio de transmisión, sólo si se efectúa en consenso.

 En cierta forma "salvajito" (encantador el papel del niño) es quien nos da la mejor lección (excelente plano final que lo culmina como protagonista); son alumno y maestro, pero aprenden el uno del otro.



"THE LOVELY BONES" (7); PETER JACKSON: METAFÍSICA EDULCORADA





Lo mejor: Saoire Ronan y el trasfondo de la historia

Lo peor: la estética cursilona en algunos momentos clave


  "The lovely bones" no será nunca un clásico ni igual una película 10; sin embargo tiene la extraña capacidad de llegar a emocionar al espectador. Lo cual para mí ya es merecedora de cierta consideración cinematográfica.

La narración está bien trazada, aunque no carente de altos y bajos; especialmente llegando al final. La voz en off es un recurso adecuado para aproximar la angustia de la protagonista al espectador, posiblemente sin esa táctica la pelicula perdería mucho en lo que a emotividad se refiere. Pero creo q desvelarla desde el estado actual (fiambre) de la protagonista no era necesario ya que la película es de por sí lo suficientemente dramática.

El transfondo de la historia es bueno: la muerte, exista o no el más allá (con angelitos humanos incluidos), es la NADA para el muerto, que sólo pervive através de la mente de los vivos. De hecho, las imágenes oníricas pueden tener una doble lectura: sólo vive en la mente de su hermano pequeño. De ahí que "el cielo" sea llano y seco, a pesar de transmitir esa sensación tan conocida por las mujeres... de las que hablaré en el spoiler; es la encarnación perfecta de la NADA, de la tristeza, estancamiento, esterilidad. En realidad, es cómicamente bello. O ese espero, almenos, que fuera el enfoque que le quiso dar el director (de lo contrario no lo comprendo).

La fotografía, curiosamente, es lo que menos alabo de la película. Los efectos especiales me parecen excesivamente digitalizados, me recuerdan a los videojuegos, creo que el director de "El señor de los anillos" en este aspecto se conformó demasiado pronto. Lo que no son efectos especiales no sobrepasa en cualidad la media general.

También se hechan de menos primeros planos dramáticos, sin tanta digitalización de por medio que corta el rollo y más explicidad en las escenas violentas.

Las interpretaciones de Staley Tucci y Saoire Ronan son dignas de oscar, aunque la caracterización del malote resulte excesivamente grotesca y evidente.


Spoiler:

Algunas escenas del cielo recuerdan a los anuncios de Silke de la compresa con alas.


https://www.filmaffinity.com/es/film995536.html



LA MIRADA DE MARILYN MONROE




  La primera vez que ví a Marilyn Monroe tendría seis o siete años, quedé impresionada por su imponente belleza, era la mujer más hermosa que había observado hasta entonces. Su bello rostro me atrapó; su mirada enigmática, me conmovió. Jamás, (nisiquiera en la mendicidad), había visto, ¡ni he visto!, mirada tan perturbadora como la de esta mujer. Es tan triste y desoladora que provoca PAVOR; parece llorar permanentemente. No es de extrañar teniendo en cuenta el infierno de sus primeros años: de padre desconocido, su madre la dió en adopción por incapacidad mental (fué criada por diversas familias) y sufrió dos violaciones. La joven Marilyn tenía un gran sueño: ser una gran actriz. No quería sobrevivir de doncella o ser mantenida por quien cayera a sus encantos. Marilyn era muy independiente, muy ambiciosa, muy soñadora y muy luchadora.

  Pero todo eso queda en segundo plano en su mirada; dominada por el dolor, el sufrimiento, el "asesinato" de su niñez. Y, sin embargo, tuvo una vida amorosa frugal: se casó 4 veces, uno de ellos fué la estrella del beisbol Joe DiMaggio, quien la golpeó pero jamás se olvidó de llevarle flores frescas a la tumba; y el brillantísimo intelecctual Arthur Miller. El mismo que dijo estas palabras acerca de Marilyn, (es el mejor piropo que he leído): "cuando estás con ella te dan ganas de morir, esta mujer es un reto para cualquier hombre; su presencia revela la naturaleza profunda de cada cuál. El farsante se vuelve falso, el tímido se encierra en sí mismo, el confuso se hace un lío".

  Marilyn era muy inteligente, el propio Einstein lo dijo. No sólo se libró de una vida anodina de niña de orfanato, fué estrella de Hollywood y productora de sus propias películas; paso prácticamente impensable en una actriz de su época. Llegó a su sueño: ser una gran actriz. No se la puede llamar mediocre: ganadora de dos Globos de Oro como Mejor Actriz y una nominación, Mejor Actriz por "El príncipe y la corista" en los galardones "David de Donatello", y dos nominaciones más de los premios BAFTA.

  Y aún así seguía enfrascada en sus supuestos complejos de "rubia tonta". Tal vez intentando ganarse el amor del público más inocentón. El amor, siempre el amor...


http://www.youtube.com/watch?v=o_Xp7u5G0Hs


  Marilyn murió a los treinta y seis años, aún siendo bella y joven, con posibilidades en todos los frentes; en la cumbre de su carrera. Según dicen, se suicidó, teoría un poco extraña teniendo en cuenta que la encontraran agarrada al auricular del teléfono y que la policía se ha negado a revelar a quienes llamó aquella noche; parece ser que tenía información confidencial sobre los hermanos Kennedy, con quienes se relacionó sentimentalmente. Sea como fuere pocos días antes fué ingresada de urgencias en un psiquiátrico y no era la primera vez que se atiborraba de barbitúricos y alcohol.

  Es innegable que nuestra estrella era una persona frágil y que coqueteaba, (y reía), con su fragilidad, dando a conocer al público sus supuestos complejos de "rubia tonta", que tanto la promocionaban. Y sin embargo... es el mayor mito del siglo XX, James Dean, Rita Hayworth, Kurt Cobain... hay vidas rotas más fugaces que la suya, muertes más truculentas, personajes de mayor envergadura y sin embargo... ¡Siempre nos viene su bella imagen cuando hablamos de MITO! ¡Una mujer que dejó de respirar hace ya 50 años! Yo, por ejemplo, sólo la he conocido por foto.

  Pero... ¿a qué se debe ese embrujo, ese magnetismo brutal que encandila a generaciones póstumas? Entre sus admiradores no sólo se enecuentran hombres atraidos por su sensualidad. Marilyn es el ejemplo claro de la influencia de la fama en la libertad personal, de lo que puede llegar a provocar.

  Y sin embargo el mundo la sigue admirando y aprenciando. Se ha convertido en estandarte de la fragilidad del mundo. Y yo me pregunto si ese papel no ha sido premeditado. Ninguna estrella del celuloide, del rock, figuras mediáticas, políticas... ha conseguido, y dudo que consiga, lo que ella: MARILYN MONROE ES AMADA POR SU FRAGILIDAD. Es la eterna princesa a la que se quiere salvar de un mundo cruel; pero también la heroina a la que recurrir para guarecerse de la "soledad". Ser una "pobre mujer" en el sentido más freuidiano de la expresión, ¡es un elogio cuando hablamos de Marilyn!
REPRESENTA LA HUMANIDAD.

  No obstante, no se tienen noticias de que fuera un ángel, sacó a su socio y amigo fotógrafo Milton de la productora quedando prácticamente arruinado, En otras palabras: no deja de ser una ilusión de los que queremos ver la paja en el ojo ajeno. La sensibilidad de Marilyn es la de sus mitómanos (entre los que me encuentro yo). Por ello, en nombre de esta luchadora nata, que en ocasiones ha acompañado mi soledad, sacaré otra conclusión de la mirada de Marilyn. Ya que, muy en contra de su imagen, no fué una mujer para nada frívola: prefirió dejar la fama de Hollywood por el anonimato y, a pesar de su fama, volvió a los estudios de interpretación para convertirse en lo que ella denominaba adivino que con cierta ironía "una actriz seria". Siempre defensora de sus sueños... éste es su verdadero legado:


  LO MÁS IMPORTANTE EN ESTE MUNDO ES AMAR Y SENTIRSE AMADO; AMAR A LA LLUVIA, AMAR A LOS SUEÑOS, AMAR AL PÚBLICO, INCLUSO AMAR LOS ENCASILLAMIENTOS; PORQUE ES LO ÚNICO QUE HACE DE LA VIDA LA MÁS EMOCIONANTE DE LAS "PELICULAS".




  En cierta forma, fué la mujer más "feliz" de este mundo; su vida tuvo sentido: luchó y ganó en lo que verdaderamente le importaba, excepto lo que no podía conseguir y anhelaba por encima de todo, su niñez rota. Para una heroina como ella, la impotencia suponía la peor de sus pesadillas. La idea de suicidio me parece un tanto descabellada en una mujer que, a pesar de las adversidades, estaba hambrienta de curiosidad.

  Porque la incombustible diosa no descansa, sólo hay que interpretar sus enigmáticos ojos que, con su particular lenguaje melancólico y enternecedor, nos demandan un poquito más de lo que no estaba en su mano lograr: cariño y admiración, a falta de calor familiar.

  Frases de Marilyn:

"Una carrera es una cosa maravillosa, pero no sirve para acurrucarse contra ella en una noche fría".
"No quiero hacer dinero. Yo sólo quiero ser maravillosa".
"No me importa vivir en un mundo de hombres, siempre que pueda ser una mujer en él".
"No me falta hombre, lo que me falta es amor".
"No entreguéis nunca todo vuestro corazón, ya que todo lo que es hermoso es un sueño breve y delicioso".



SONRÍE O MUERE




Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo


por David Picó el enero 11, 2012


Un libro de Barbara Ehrenreich

(Título original: Smile or Die)

El “pensamiento positivo” es una idea que dice que si procuras tener siempre en la cabeza pensamientos “positivos” entonces atraerás cosas buenas hacia ti. A esto le llaman la “ley de la atracción”, y en los últimos años la han vuelto a popularizar, en diferentes formas, libros como El Secreto o ¿Quién se ha llevado mi queso?, grandes éxitos de ventas en todo el mundo.

Según esta supuesta “ley”, por ejemplo, si estoy enfermo pero evito tener pensamientos “negativos”, como podría ser preocuparme por mi pronóstico, o sentimientos “negativos”, como el miedo, el enfado o la tristeza, entonces mi enfermedad remitirá. Según esta supuesta ley, si pierdo un trabajo no debo enfadarme, ni entristecerme, ni quejarme de mi situación, sino considerar que mi despido es una “oportunidad” y abrir los brazos con una sonrisa a la espera de un trabajo mejor, que llegará “atraído” por mis pensamientos positivos.

El libro Sonríe o muere de Barbara Ehrenreich (editado en 2011 por la editorial Turner) es un interesante ensayo que desmonta toda la ideología “positiva” montada sobre la ley de la atracción en sus múltiples formas. Aunque se centra en la cultura norteamericana y la situación social y económica actual, hay mucho de lo que se dice que es perfectamente aplicable al contexto europeo, tan influido como está por lo norteamericano.

El libro hace una fundamentada exploración histórica de estas ideas y de cómo se enraizan en el puritanismo americano, una forma de entender la religión extremadamente represora en la que las personas tenían que controlar sus pensamientos y emociones para huir de todo pecado, y así evitar el infierno. De ahí derivó a partir del siglo XIX una pseudo-religión en la que las personas tenían también que controlar sus pensamientos y emociones, pero esta vez para huir de todo pensamiento negativo, y así conseguir llegar al Cielo en vida, un cielo donde todos los deseos (en particular, los deseos materiales) se hacen realidad.

La autora empieza el ensayo explorando un ámbito doloroso de implantación del pensamiento positivo, el de la enfermedad. Ella misma ha pasado por un cáncer de mama y cuenta en primera persona su experiencia y cómo le llegaban continuos mensajes sobre la necesidad de mantener un espíritu “positivo”. Esto, que podría parecer algo inocuo, incluso sano, deja de serlo cuando comprobamos hasta que punto es una huida de la realidad y, peor aún, toda la culpa que puede llegar a generar. ¿Qué pasa si hago todo lo posible por apartar de mí los pensamientos negativos respecto a mi enfermedad y aún así mi salud no mejora? ¿Qué estoy haciendo mal? Si no consigo controlar mis pensamientos negativos, ¿merezco por tanto la enfermedad que tengo? ¿Es por mi culpa, por no ser suficientemente positivo? La autora, que además es doctora en Biología, revisa resultados científicos para encontrar que no está demostrado que los pensamientos positivos mejoren el pronóstico de una enfermedad como el cáncer. Pueden quizá mejorar la calidad de vida, pero no se ha visto que la alarguen o la acorten.

Otro terreno que explora el libro es el del llamado coaching motivacional, un terreno en el que han proliferado asesores de todo tipo, especialmente en el ámbito empresarial. El pensamiento positivo en este contexto lleva a las personas a pensar que pueden “triunfar” si se esfuerzan lo suficiente y reprimen su mal humor y su negatividad. ¿Cuáles pueden ser pensamientos negativos a evitar? Por ejemplo, que tienes una situación injusta en el trabajo, que tu despido es improcedente, que tu sociedad no te proporciona medios de subsistencia adecuados. No es casualidad, según la autora, que el gran negocio del coaching motivacional se diera en los años 90 en EEUU, en la época de los grandes recortes de plantilla en las grandes empresas, despidos masivos y recortes en salarios. Las mismas empresas que despedían a gente contrataba a asesores motivacionales para convencer a los trabajadores parados o en peligro de despido de que “un despido es una oportunidad”.

La psicología positiva fue un intento de justificación científica de la importancia de mantener pensamientos positivos y rechazar los negativos. Es una linea de investigación que intentó, y sigue intentando, demostrar cuáles son las fuentes de la felicidad. La autora de este libro denuncia sin embargo varias perversiones que se han producido en este tipo de estudios. Por un lado, los resultados científicos no demuestran que el pensamiento positivo dé felicidad, sino incluso a veces al revés. A veces, pensar “positivamente” equivale a no querer ver la realidad de las cosas, que no siempre es positiva. La huida de la realidad puede poner en problemas mayores a las personas (por ejemplo, endeudándose más allá de sus posibilidades en la confianza “positiva” en que “todo irá bien”). Sin embargo, a pesar de que los estudios no avalan el pensamiento positivo como fuente de mayor salud o mayor riqueza, muchos psicólogos han dado una imagen de que esto era así por la sencilla razón de que proporciona mejores titulares para la prensa.

Quizá los capítulos más impactantes del libro son los últimos, en los que Ehrenreich reflexiona sobre el impacto que ha tenido el pensamiento positivo en la crisis económica actual. Según explica, y documenta, los dirigentes de las empresas norteamericanas (y cabe pensar que también de las europeas), llevados por una borrachera de ganancias y de salarios gigantescos, y con una ideología de pensamiento positivo que rozaba con la invulnerabilidad, llevaron a cabo en los primeros años del siglo XXI una política de inversiones de riesgo en las que no se tomó ninguna medida de precaución. ¡La prudencia estaba considerada un pensamiento negativo! Una persona prudente se consideraba “miedosa” y “racionalizadora”, alguien que no se dejaba llevar por su instinto. Así pasó con las famosas hipotecas basura: las entidades hipotecadoras animaban a los consumidores a endeudarse sin límite, convencidos todos como estaban de que esa abundancia enloquecida nunca tendría fin, que el universo proporcionaría infinito crédito.

Y aunque este libro es norteamericano, en España, hoy por hoy, no nos hace falta pensar mucho para encontrar ejemplos clamorosos de esta misma desmesura, en el despilfarro, en la falta de precaución y de visión a largo plazo, en las fantasías ilusorias de ser invulnerables, de que vivíamos en el mejor de los mundos posibles. Las señales que gritaban que todo eso era una barbaridad fueron ignoradas: eran de aguafiestas y agoreros. A la vista están los resultados.