¡¡¡NIEVEEE!!!


El domingo fuí a Cotos para ver sentir y jugar con la nieve. Cogí el tren de Cercedilla a Cotos, el primero de la mañana, a las 8:30 y en media hora estaba allí. Hacía mucho frío mucho viento caían diminutos copos de nieve que la ventisca agitaba empañando mis cristales (de mis gafas). Estaba lleno de niños tirándose en trineo, de esos que alquilan ahora que poco se diferencian de patines y mucho esquiador. Fué precioso ver tanta nieve amontonada en la montaña; en el bosque. La gente jugando, tirándose bolas de nieve. Como un paisaje navideño de esos de postal que tanto nos gustan...

Subí hasta las Lagunas de Peñalara pese al riesgo de aludes que han dado últimamente tras la muerte de ese chico. Tal vez el miedo, el riesgo, la locura... dieran más énfasis a la "aventura". El caso esque me entusiasmada tirándome de panza por la ladera nevada y revolcándome por el suelo mientras tiraba bolas de nieve a mi contrincante. ¡¡Incluso hicimos un oso polar!! Los diminutos copos, más bien chispitas de agua helada, no paraban de penetrar en mi abrigo y en mis pantalones. La niebla hacía acto de presencia embelleciendo ¡aún más! aquel paisaje entre brumas peligroso, ¡¡terroríficamente bello!!

Terminé empapada, de arriba a bajo. A la bajada un fotógrafo nos fotografió y salimos publicados en "El Mundo" en el artículo del chaval muerto. Bajo la foto una nota precavida "excursionistas adentrándose en la zona peligrosa sin el instrumental necesario" ¡¡jajajaaa!! ¡ése en cuanto nos vió más calados que una sopa y con el pelo a lo afro puso el objetivo a punto!

La parte graciosa de veras vino cuando en el restaurante de abajo nos paramos a comer y una vez en pasivo nos dimos cuenta del frío que teníamos, sobretodo porque estábamos calados de arriba a abajo y el local no era precisamente un horno.

¡¡Aún así qué bonita es la nieve!! ya podría nevar más...