"EL REENCUENTRO"




  Oigo sus pasos cruzando el estrecho callejón, ahora sube los peldaños, despacito, pero de dos en dos. Pronto estará aquí. ¡Ya está!

Se ha puesto frente a mí, sólo lo ilumina el claro de luna que se filtra por la única ventana del cuarto. Pero lo veo todo. Sus labios rígidos ceden a la mirada todo el calor de su sexo, de su deseo por mí.

- Y bien, aquí estoy.
- Sí ya lo veo.

Somos parcos en palabras, no nos llevamos bien, no nos entendemos. Pero necesitamos comernos el uno al otro, respirar el mismo aire; ansío su aroma y ansío su sexo. La boca se me hace agua, aunque nuestros sentimientos, como nuestra conversación, son toscos, desganados. El fuego está dentro, necesita la frialdad para poder actuar, ¡morder, exhalar!, sublevar, desvanecer...

Me acerco a él y le doy un beso. Pero él introduce la lengua y ya no nos separamos. Así, de pié, siento todo su cuerpo quebrar contra el mío. Siento su abrazo; cálido, fuerte, apasionado...

¡De repente!, me coge en brazos y me posa sobre la cama. Con suavidad, con dulzura... Contenido, empieza a rozar sus labios por mi cuello. A medida que va bajando sus besos son más intensos; más húmedos...

Lo cojo por el pelo y lo atraigo hasta mis labios, nos besamos con vehemencia. Le voy quitando la ropa con cierta violencia... Él se deja hacer y sigue discreto, elegante en sus movimientos; pero ya no en su azarosa respiración.

Ahora soy yo la que se contiene. El espera mi entrega completa, pero no se la ofrezco. Entonces él empieza a desnudarme, despacio. Me adora sin apenas tocar, me repasa con la mirada. ¡Se abalanza sobre mi vientre!, mi cintura...

Vamos perdiendo la compostura poco a poco...

Un abrazo más fuerte de lo debido; un lametón que degusta su aroma; sus intrépidas manos moldeando mi figura...

Ahora llegan los mordiscos, indoloros, se confunden con los labios; me oprime el pecho con sus manos, pellizco sus pezones, duros, me amasa las nalgas... Su fuerte pecho cae sobre mí, ¡siento su vigoroso y jadeante cuerpo restregarse por mi piel!, ¡me atrae hacia sí! Me arrastra con él al otro lado de la cama baja la lengua por mi espalda, ¡por mis muslos...! ¡Ya soy toda suya!, ¡sólo suya...!

Y la razón se escapó por la ventana, sólo existe nuestro amor nuestros cuerpos vibrantes, ¡nuestro vicio...!

Me penetra... una vez... otra, sube y baja sobre mí, ¡sin descanso...!
¡Sí...!
- Basta
- No
- ¡Basta!
- ¡No!
- Te amo
- ¡Te amo!

¡Chillo de placer forcejeo me retuerzo!, nuestras miradas se penetran perturbadas de deseo, ¡me muerde...!

El frenético baile de nuestros cuerpos desnudos, ¡me muero...!

Y seguimos, ¡seguimos irrefrenables!, ya no es posible el silencio, ¡el placer lo envuelve todo...!

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Con este ritmo salvaje nos sorprende el gallo.

Nuestras miradas todavía relumbran por el fuego de la noche. Nos besamos innumerables veces. Sonreímos. Nos abrazamos. Hablamos de tonterías.

Todo el fin de semana de amor, es lunes y tiene que partir; le han mandado a Melilla por el tema de la llegada de los príncipes, es militar. De todas formas él es de Cartagena. Yo funcionaria, en Valencia.

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Y, una vez en su ausencia, regresa la larga espera, el fuego perpetuo... su mirada, lejana, clavada en mi mente...